Un lugar
Subimos, bajamos,
subimos para ver el sol ponerse
o tal vez, para sentir la tierra que gira
corta despedida de la luz
No estamos solas sobre las piedras
intensas vibraciones marcan presencias invisibles
que se preparan para la noche.
Las gallinas se acercan al algarrobo
cabalgan su ansiedad en hilera desordenada,
son torpes.
Suben,
caen, bajan
¿qué lugares buscan?
Prueban, se mueven, se aquietan.
Yo también me aquieto:
soy la que consiguió el mejor lugar,
arriba, lejos de los pumas;
soy la que no encuentra rama
soy la que sigue buscando
soy la que cae y vuelve a subir
soy la que empuja y
la empujada.
Tardan en acomodarse, son gallinas.
¿Acomodarse a qué?
¿Hay una figura final ya dibujada en otro tiempo
que buscan sin saber que la buscan?
Veo sus siluetas negras
sobre la última luz que vibra y resplandece.
Tan negras arriba de la silueta negra del algarrobo,
cobijador de sueños.
Soy todas las gallinas y el algarrobo en la casi noche
A esa hora en la que el mundo se niega a abandonar la luz
¿Cómo despedirse de un lugar?
Mundo intenso de olores que trae cada brisa de viento
y que persisten en ser los mismos.
Generaciones de plantas
que mueren pero siguen vivas en sus olores,
aferradas a la tierra, entre
piedras.
Cuando vuelva, si vuelvo,
serán otras las semillas que crecieron plantas
y yo creeré que es el mismo olor
de las mismas plantas,
recuerdos de recuerdos.
Las mismas plantas transformadas en otras
que no quieren perderse el calor del sol
y la ansiada lluvia, cuando llueve, si llueve.
Cerré la cimbra, sé que tengo que volver porque detrás de
las piedras grandes, donde subimos para mirar todo, hay una tierra que todavía
no conozco e intuyo otro mundo en el que se entra despacio, que tiene un sabor
humilde como a piquillín y que me espera.
Atrás de la cimbra, quedaron ellos, eligieron la vida que
viven y yo los amo aunque esto no sea parte de ningún poema y no haya palabras
que lo expresen con palabras. Gracias por las mágicas siestas debajo del
algarrobo chico en las que los ojos se entrecierran por el calor y se dibujan tantas
historias de nuestra tierra. Desde ahí, debajo
del algarrobo, se entiende tanta literatura, como la única forma de decir la
realidad de este suelo de montes extensos que trascienden las fronteras…Y no sé
porqué pienso en el sueño del Che y me voy durmiendo…
Teresita
Octubre de
2011